Día 2: Carazo-San Millán de Lara
Fecha: 29/07/2003
Distancia aproximada: 27 Km.
A las 7 arriba. Desmontar la tienda, recoger las mochilas, primeras tiritas y a las 8 y pico subimos a derecho la Peña Villanueva. Primera pechada del día y esto acaba de empezar. Cruzamos la peña por arriba, y después de contemplar las bonitas vistas que nos ofrece desde sus cortados, bajamos a Ahedo no con poco sufrimiento. El peso excesivo y la cuesta abajo oprime las ampollas contra las suelas de las botas y el descenso se nos hace, a veces, desmoralizador.
De Ahedo, por una vega, vamos hacia Barbadillo del Mercado donde al mediodía saboreamos unas frescas cervezas con limón. Tan buenas nos han estado que declaramos la cerveza con limón bebida oficial de la andadura.
Nos dirigimos al Pedroso con la sana intención de darnos el baño que tanta falta nos hace. Allí, ante los ojos curiosos de algún bañista, con una pastilla de jabón Lagarto para cuatro nos lavamos como podemos y aprovechamos para hacer algo de colada.
Antes de bañarnos en las frescas aguas del Pedroso
El agua del Pedroso más que fresca esta fría, pero saliendo a las dos de la tarde hacia Jaramillo poco nos ha durado el frescor.
De camino, una continúa ola de saltamontes y otros bichos veraniegos nos acompañan hasta el pueblo. Pasamos por unas tenadas y llegamos a Jaramillo Quemado a las 15:30 achicharrados y no por hacer honor al nombre del pueblo.
Comemos juntos rancho de lata, y la siesta la echamos separados, yo en las choperas y el resto en la plaza del pueblo. Despertamos bastante recuperados y listos para continuar la marcha. Antes de salir para San Millán de Lara preguntamos a un paisano por el camino a seguir. Este, muy amablemente, nos acompaña hasta el mismo cruce y nos deja bien claro el itinerario.
Por un camino flanqueado por robles y con el Mencilla al fondo, llegamos a las proximidades de San Millán, donde nos espera el coche de apoyo por última vez. Nos deja las provisiones que necesitamos para dos o tres días y se va. Con el se va el apoyo, el no tener que llevar la comida a la espalda, el poder contar con alguien que nos eche una mano....... incluso para alguno se ha ido hasta la novia (eso sí, no para siempre).
Ya sin las botas y en frío, parece como si andáramos sobre ascuas. Las ampollas se dejan sentir con todo su esplendor que no es poco.
De anochecido nos dirigimos al bar a echar unas cervezas con limón. y a pasar el parte de guerra a casa por aquello de que no se preocupen, que aunque jodidos estamos contentos.
Acampamos en los soportales de las escuelas sin niños (al menos en esos días) de San Millán de Lara. Algún curioso se nos queda mirando con cara de “pero estos ¿de donde salen?”. Hacemos unos estiramientos dirigidos por “el Gonzalito” y sin mucho tardar nos dormimos. Nuestra fina colchoneta y el suelo nos parecen lecho de reyes.
Para el día siguiente nos espera “el valle de Tuscani” (14 pueblos ningún bar) y la Sierra de Mencilla. Primera prueba de fuego.
continuará......
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