Día 9: Villasur de Mena - Matienzo
Fecha: 05/08/2003
Distancia aproximada: 40 Km.
A las seis y cuarto diana. Nos comemos nuestro desayuno y dejamos tiritando lo del resto de inquilinos. Bien es cierto que no estaba racionado.
Nos ponemos en marcha a las siete, pues debemos subir Ordunte cuanto antes si no queremos deshidratarnos en el intento. Setecientos metros de desnivel con 40 grados no es para tomarlo a broma. Salimos de Villasuso de Mena con destino a Sobreviñas, donde comenzaremos la ascensión. El camino hasta Sobreviñas es puro trámite. Casi hay más pueblos que camino: Paradores de Concejo uno y de Taranco otro, Campillo de Mena, Las Bárcenas de Campillos, La Nosa, Burceña y por último Sobreviñas.
Momentos previos a la ascensión de los Montes de Ordunte situados al fondo
Ya en Sobreviñas preguntamos a un viejete de ojos claros por el camino del Portillo de Breña, paso más natural de Burgos a Vizcaya por Orudunte. Recibidas las indicaciones, comenzamos a subir. Subimos con alegría y a buena hora estamos en el Portillo de Breña. Despedimos Burgos, con sus ocho días y sus ocho noches, y entramos en Vizcaya con destino a Lanzas Agudas. Faltos de agua, comenzamos un descenso interminable. Bien pasado el mediodía descendemos dirección a una vaguada con la esperanza de encontrar agua, pero solo hayamos “pacina”. Decidimos comer ya que estamos, y repartir a partes iguales el litro de agua que tenemos. A duras penas tragamos ni medio bocadillo. Ni ayudados con el poco agua que tenemos conseguimos tragar la bola en la que se ha convertido un jugoso bocadillo de tortilla de bonito.
No vacilamos ni un instante, no se puede estar sin agua con estos calores en medio de ninguna parte. Nos proponemos llegar a Lanzas agudas cuanto antes. Desandamos cuesta arriba el camino que nos ha llevado a la vaguada, y comenzamos a descender de nuevo en busca de Lanzas Agudas.
Llegamos a Lanzas Aguadas después de mucho andar y con la fuente entre ceja y ceja, pero hemos encontrado antes la taberna. En corro nos reciben los paisanos que a esa hora están de café y copa. Asombrados han quedado de vernos llegar a tan intempestivas horas con semejantes mochilas.
Poza en Lanzas Agudas. Gonzalito en acción.
Intentamos ser más educados que ansiosos, pero la sed nos pudo, y entre palabra y palabra bebemos sin juicio unas fresquísimas cervezas con limón. Qué placer tan terribilísimo. Saciada la sed hemos podido dedicarnos a conversar tranquilamente y contestar a las preguntas de nuestros contertulios. Menos mal que había taberna, porque según nos han dicho en el pueblo no hay agua ni en la fuente ni en los grifos. Preguntamos por un lugar para bañarnos, comer/merendar y echar la siesta, y esta vez sí nos han mandado a un sitio cojonudo: una poza de cuatro metros de hondo donde hemos disfrutado como enanos. Echada la siesta, salimos tranquilamente aunque amenaza tormenta. Llegamos a pueblo grande, Carranza, pero no encontramos camas. Una camarera con muy mal sentido de la medida nos dice que a dos kilómetros aproximadamente hay un agroturismo que tiene camas. Hemos encontrado el agroturismo y por suerte tiene camas, pero no estaba a dos kilómetros sino a cinco y cuatrocientos metros de desnivel más arriba. Encima se desvía de nuestra ruta. Como los toritos empezamos a subir y a subir y subir.... hacia las once de la noche llegamos a el último y más alto caserío de Matienzo. Cuando nos han visto llegar, de broma, nos han tratado de extraterrestres, incluso bromearon sobre si tenían o no camas para nosotros. Por suerte sí.
Vaya día! Creíamos que subiendo Ordunte estaba todo hecho pero estábamos equivocados. Descender ha sido peor, y por si fuera poco sin agua. Encima, como si nos sobraran las fuerzas, a última hora nos pegamos una pechada de aupa que tendremos que desandar mañana. Pero bueno, alegría, mañana es el último día si todo sale bien.
Para mañana hay dos opciones: hasta el destino por carretera o por montaña como manda la línea recta norte. Lo que diga el tiempo.
continuará...