Llevaba unos cuantos kilómetros recorridos. Una tremenda flojera se apodero de mi cuerpo y de mi mente, fue rápido y fulminante, no lo vi venir. ¿Qué me estaba pasando?. Era algo muy raro, de repente mis fuerzas se esfumaron, en cuestión de segundos mi cuerpo valía menos que una vulgar colilla. Mis pensamientos ya no eran fluidos. Algo iba mal. El esfuerzo psicológico por buscar una explicación a lo que me pasaba no hacia mas que agravar la situación. El mal humor y la mala leche se instalaron en mi cabeza, cual desalmados “okupas” guiados por el mismísimo demonio. Me acorde de Perico pronunciando: -“monsieur mazzo” entra en escena-. Ahora ya no me hacia tanta gracia la famosita frase en cuestión. Aunque uno sea un biker de pacotilla tiene cierto amor propio, y le fastidia ser la victima de la película viviéndolo en sus propias carnes. Que le pase a otro, parece hasta divertido, y si lo dice el chistoso de Perico todavía más. Pero me estaba pasando a mi, ¡coño!, y, ¿quien me quiere más que yo....?
Por lo visto hay una explicación científica para aclarar lo que me pasaba: los depósitos de glucógeno de mi organismo se habían vaciado por no haber repostado a tiempo. Aunque uno sea tonto, el organismo no lo es tanto, y en estas circunstancias activa sus mecanismos de defensa avisando de la avería. Y lo hace así, de forma contundente, te abofetea lo suficientemente fuerte como para que te enteres del problema, de lo contrario las consecuencias serian horribles.
Por fortuna este problema, no lo es tanto si se sabe gestionar. Comer, beber y bajar la intensidad del esfuerzo parecen ser las respuestas. La última es la más fácil de todas, aunque no la conozcas, el “del mazo” te la chiva y te la impone en un pis-pas. Las dos primeras también se aprenden rápido., pero aun conociéndolas, el problema se nos agravará si no disponemos a mano del combustible necesario para paliarlo...
Un famoso ciclista profesional, de cuyo nombre, por más que lo intento es imposible de acordarme, contó una vez una divertida anécdota relacionada con un tremendo pajarón que sufrió. Un día salió a entrenar en solitario sin llevar ni comida ni agua. Al regresar, el del mazo empezó a darle lo que no esta escrito. La deshidratación y la flojera que llevaba eran tales que le impedían rodar en llano a más de 10km x hora. En estas, lo adelantó un viejo de unos 70 años, iba en chanclas montado en una “galga” destartalada de los años 40 y le dijo: ¡hay que joderse con esta juventud...!, ¡no valéis para nada...! solo pensáis en la fiesta y en beber cubatas sin conocimiento...
Moraleja:
Mas vale cargar con alpiste toda la ruta, que tener que volver a casa cargado con la pájara.
En nuestro caso: "Mas vale ciento de pájaras volando que pájara en mano"
Se inteligente, biker prevenido vale por dos y medio. Aunque te pese, o por mas que te pese, lleva siempre la suficiente “manduca”, para por si acaso fuese necesario sobornar al del Mazo en todo momento. Ya sabes, más vale que sobre que no que falte...
Recuerda cuando hagas tus preparativos para salir en bici: el tema ya no es tanto una cuestión de peso sino de inteligencia...
Yo biker
¡Que buenas fotos estas!!!! jejeje
ResponderEliminarLo jodido es que la pájara no te aparece solo en los Alpes, en los Pirineos o en las grandes cumbres... ¡Como me acuerdo de la cuesta de Modúbar (de la Emparedada) y cada una de sus curvas en un regreso a Burgos... o de Los Ausines y sus tres barrios, que parecía que la carretera no avanzaba... o ...
Un fuerte abrazo a la buena gente Amachimbra y ¡Feliz año nuevo!