martes, 18 de octubre de 2011

Sangre, sudor y... zarzas

Travesía BTT Alto y Medio Arlanza.

¿Habéis hecho alguna vez una ruta de BTT de 83 Km., cuyo recorrido discurra prácticamente en su totalidad por sendas y algún que otro caminacho?. Pues, cuatro intrépidos amachimbras si, -¡toma jaroma pastillas de goma!-. El sábado pasado estos correosos bikers se enfrentaron a este reto, sin ningún tipo de complejos. Sabían de antemano a que se enfrentaban, y precisamente esto es lo que les motivaba. El diseño del recorrido estaba exageradamente rebuscado para que pasase por sendas y singles-tracks de todos los colores, tocando muy, pero que muy poco (y siempre por extrema necesidad) otro tipo de vías. Había algunos tramos semi-vírgenes para las BTT, veredas de vacas y ovejas fundamentalmente, inimaginables y sorprendentes por su originalidad; pero muy amenos y divertidos de realizar (cuando uno pasa por aquí, tiene la entusiasmada y orgullosa sensación de que está descubriendo algo nuevo),

Rodar durante un montón de horas por semejante escenario hace, quieras o no, que cambies el concepto del btt. La configuración de las vías por las que ruedas, con zonas de cierta complejidad y exigencia físico-técnica hacen, que no solo trabajen las piernas, sino que también lo haga, más que de lo habitual el cerebro (suponiendo, que lo tengas, o que sepas utilizarlo, claro esta). La constante concentración en lo que estas haciendo, conlleva también un desgaste psicológico. “Una rama baja, una piedra fuera de lugar, una zarza atravesada, unas estepas entrecruzadas, un corzo de frente y a todo gas, unos helechos ocultando un bache, confundir un roble con un manzano...”, en fin, un millón de circunstancias hacen que, un buen pilotaje y una extremada atención se conviertan en tus mejores aliados para salir sano y salvo de este berenjenal.
 Se necesita una mentalidad muy abierta y muy flexible para entender esto. No toda la gente puede que lo entienda, o que lo comparta (nos hacemos cargo). Una sobredosis de veredas puede que no le siente bien a todo el mundo, -es comprensible-. Sin llegar a ser masoquista, hay que estar bastante mentalizado para recibir unos cuantos arañazos por todo el cuerpo en una ruta de estas características. Las posibilidades de “comprar terreno” se multiplican, por lo que conviene y es recomendable estar bastante preparado y no bajar la guardia, para que esto no suceda. “El del mazo” puede que también aparezca y haga de las suyas, aunque el ritmo de ejecución no sea muy alto, el porrón de horas dando pedales y manteniendo el equilibrio nos pueden vaciar por completo y hacer que tengamos que lidiar con este tiparraco.


El tipo de ruta que nos ocupa es en línea, con salida en el Refugio de Las Lagunas (Neila) y llegada en Covarrubias. No nos tenemos que dejar engañar por el perfil que dibuja, no es todo bajar, aunque los primeros 10 km sean de un descenso considerable, el resto del recorrido es un verdadero rompe piernas.

Pocas fotos, no había mucho tiempo
para entretenerse
Nos pusimos en marcha a las nueve de la mañana. Enseguida llegamos al “Empedrado”, un lugar mágico y fascinante, consiste en una considerable y caprichosa formación rocosa, como su propio nombre indica. Si visitáis algún día la zona, no dejéis de asomaros a este fantástico mirador natural, unas preciosas vistas de un mar de pinos os esperan.

Desde aquí hay que poner especial atención para seguir por una estrecha y poco usada senda, esta desciende entre pinos y berezos, hay que buscarla y cogerla en la parte baja de la pradera contigua a las rocas. Nos llevará hasta la pista de Fuente Saz, atravesaremos esta para enlazar con el tramo súper guapísimo de la VII Amachimbrada hasta Palacios.

La temperatura era buenísima para estas alturas del año, y aunque parezca raro, a mitad de la bajada tuvimos que quitarnos nuestras prendas de abrigo para refrigerar nuestros cuerpos sudorosos. Javi nos hizo un original “estriptis” quitándose seis o siete prendas y enseñándonos su potente torso serrano.

Al poco de pasar Palacios, junto a un Molino, un paisano nos regaló unas manzanas. Le contamos nuestra aventura y debimos de caerle simpáticos a tenor de su generosidad.

Después de sufrir unos cuantos arañazos en un tramo muy enmarañado de estepas, enfilamos la vereda de “Rebollar” para entrar en Territorio Amachimbra y llegar a Moncalvillo por “Cuesta los Espinos”. Descargamos el “roperil” sobrante en casa de Ruti para no cargarlo durante toda la ruta, quedaba todavía mucho recorrido y no queríamos llevar lastre innecesario. Aprovechamos la parada técnica para comer un plátano y rellenar bidones. Salimos de Moncalvillo (Nuestro centro neurálgico, como reza en la cabecera de este blog) por el sabinar de “Cuesta las Viñas”. La estrecha senda discurre por la mitad de este laderazo entre aliagas y enebros, la entrada a la misma es bastante técnica, y un poco más adelante encierra cierta peligrosidad al pasar por el borde de un cortado bastante escarpado y profundo. –¡No miréis pa-bajo!- repitió Oscar tres o cuatro veces cuando lo negociaba por delante de todos nosotros.

El siguiente objetivo parcial consistía en atravesar el alto del “Enebrillo” por la trialera de los terreros. –¡Joder!, si podíamos haberlo hecho más fácil y más rápido por el camino- dijo Chuspy al darse cuenta de la jugada. -Pero seguramente no hubiese sido tan divertido... “chatín”- .

 
¡Que lejos esta la Campiña!

Cabezón de la Sierra lo contorneamos por el Norte, por la derecha de unos prados y por unas veredas de vacas. –Una cosa te voy a decir, Oscar...., esta ruta no hay hijo madre que la haga con o sin GPS-, musitó el Chuspy.
 Llegamos a la Vega y a una chopera, continuamos por veredas de vacas escoltando los restos de la vía ferroviaria Santander-Mediterráneo.
 Un poco más tarde nos metimos en la dehesa de Cabezón y Hacinas. La frondosidad del matorral en estos parajes es alucinante. Alternando tramos de sendas y caminos llegamos hasta Hacinas.
 Después de repostar en la fuente de Santa Lucia enfilamos un trozo del GR-82 hasta Villanueva de Carazo. En estas, Javi sugirió como sin querer-queriendo que nos comiésemos el bocata que porteábamos, y Roberto le contesto –¡pero estas tonto o qué…!, ¡si es la una!, todavía no es hora de comer, además yo había pensado en comerlo al terminar la ruta- (jJe, je…. pobre iluso, no se imaginaba lo que le esperaba).
Ahora tocaba divertirse descendiendo un montículo situado en la parte alta de Villanueva donde se encuentra su iglesia, para seguir haciéndolo por unos “ringorrangos” de veredas dentro de las huertas de esta población.(¡búa, tío, tío…,que diver, tu!).




Continuará…………………………

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