lunes, 9 de julio de 2012

Crónica Eusko Bike Challenge 2012 por Jorge García Dueñas

El Chuspy ataca de nuevo…
Aquí teneis un auténtico, detallado y extenso relato de la aventura vivida por nuestros amigos Chuspy, Roberto y Vero en la 1ª Eusko Bike Challenge. Está elaborado muy pormenorizadamente y lleno de detalles, -lo publicamos integro- , leerlo os llevará bastante tiempo, así que a relajarse y a disfrutar….


Nunca dejará de sorprenderme la capacidad que tenemos los seres humanos de despertarnos a la hora correcta. Ayer, bueno mejor dicho; hace un rato puse el despertador a las 5:20. Son las 4:49 y ya tengo todos los sentidos activados, parece que llevase despierto un par de horas. Apenas abre dormido 5 horas pero me encuentro perfectamente. Como sé que no voy a poder dormir, procedo a darme una ducha. Ya se oyen los primeros ruidos por la casa y algún que otro despistado por la calle.

Bajo al comedor y me encuentro con el desayuno casi preparado, son las 5:30. Como decía el día anterior Roberto, parece que estamos en el ejercito.

Empiezan a aparecer los ocupantes de la casa rural, es la primera vez que nos vemos. Son dos chicos del país vasco, de Bilbao; creo. Hablamos un rato, no les veo muy convencidos. Comentan que iban a venir 6 amigos y al final se han rajado 4. No han dado la primera pedalada y ya dicen que es la última vez que hacen algo parecido.

Tal y como yo lo veo la ruta es dura, sí; pero no hay que tenerla miedo. Hay que salir a disfrutar del recorrido, del paisaje. Si por alguna circunstancia no te ves capaz de acabar la ruta, no pasa nada.

Yo por lo menos lo veo así. No he venido a batirme con nadie, he venido para probar que soy capaz de acabar el reto que los organizadores han propuesto; he venido para saber de que pasta estoy hecho; he venido para conocerme mejor.

Verónica llega agitando las manos. Me temo lo peor, no tengo ninguna de gana de ir yo solo. Roberto no ha conseguido dormir más de una hora. Los nervios le han traicionado. Dice que va a ir a un psicólogo deportivo, que no es normal, que antes no le pasaba. La mente es un músculo muy poderoso que cuesta mucho dominar.

Seguimos conversando mientras empezamos a desayunar. Un cola cao, unas tostadas, un bollo, arroz con leche, un zumo. dicen que el desayuno es la comida más importante del día y más un día como éste. A Roberto no le entra el desayuno, es una hora demasiado intempestiva para su sistema digestivo. Nuestros compañeros se despiden, tienen que ir a recoger el dorsal. Nosotros nos quedamos charlando tranquilamente, Verónica bromea con que se vuelve a la cama. Pero si te acabas de tomar un café!!! Ríe, da igual, duermo muy bien. Por fin nos levantamos y nos dirigimos hacia nuestras respectivas habitaciones a prepararnos.

Lleno la camelbak con litro y medio de agua, crema solar, pulsometro, camiseta técnica, culote, maillot y mangüelos. Busco en la mochila un par de geles, una barrita energética y los guardo en los bolsillos del maillot. Como no podía ser de otra manera, Moore y sus leyes atacan de nuevo. Una última visita al excusado y vuelta a vestirse. Acabo de vestirme, botas, casco, gafas, guantes; ajusto las correas de la mochila y voy a buscar a Roberto. Verónica ya está en la cama de nuevo, quién pudiera... Roberto esta llenando la camelbak, vamos!!! que no llegamos!!! No se había echado crema solar, de ahí el retraso. Cogemos un par de plátanos, nos despedimos de la bella durmiente y nos vamos a por las bicicletas.

Colocamos los aparatos electrónicos en nuestras monturas y nos dirigimos hacia Santa cruz de Campezo. La mañana está fría, normal; son las 6:40 y el termómetro marca 14 grados. Precedemos a recorrer los cinco kilómetros que nos separan de la salida. Enciendo el ciclo-computador y veo que no marca la velocidad, supongo que se habrá movido el imán en el viaje y que por eso no marca; no le doy mayor importancia. Pedalada a pedalada vamos entrando en calor mientras nos acercamos cual quijotes hacia nuestra odisea particular. Llegamos a la salida y no habrá más de diez personas. No puede ser que tanta gente se haya rajado. El Txurra esta hablando por el micrófono, "Son las 6:50 y no hay ni dios en la salida!!!" Poco a poco la gente se va posicionando en la salida. en estos diez minutos que quedan antes de que den la salida me como un plátano y reviso el ciclo-computador. El imán está bien colocado. Trato de volver a sincronizar el transmisor con el receptor. Nada, no funciona; parece ser que se ha quedado sin pilas. No me hace ni pizca de gracia. Con la de días que salgo a lo largo del año y tiene que ser hoy. Quedan cinco minutos para que den la salida y la gente está muy tranquila, más de lo normal diría yo. El Txurra sigue hablando por megafonía, parece un tío de puta madre; a ver si con un poco de suerte nos cruzamos a lo largo de la ruta e intercambiamos unas palabras.

Las siete de la mañana, empieza la ruta. Por delante quedan 120 km y 3800 metros de desnivel. En un momento desaparece la tranquilidad que reinaba en el ambiente y el nerviosismo hace acto de presencia. La gente trata de posicionarse en las primeras posiciones. Menos mal que la salida es neutralizada y no se puede adelantar al quad que va en cabeza. No hemos recorrido ni 300 metros y ya veo como un biker pierde una chaqueta. Le esquivamos como podemos y continuamos. No entiendo para que la lleva. No hace mucho frío y las predicciones son de calor. El quad se retira y la gente sigue adelantándome. Algunos de los que me adelantan no llevan más que un botellín y ni siquiera un botellín de los grandes. Ni que vinieran a realizar una prueba de circuito en la que prima llevar el menor peso posible. Espero que no tengan ningún problema porque se las van a ver mal para salir de el, claro que siempre encontrarán algún alma caritativa que lleve 300 gramos de material indispensable y se lo cederá gustosamente. Trato de pensar en otra cosa y me centro en la carrera. Estamos subiendo al Ioar, es el pico más alto de la ruta; unos 1400 metros. La subida se realiza por pista, está bastante rota y en ocasiones hay piedras muy sueltas. Al ser el principio de la ruta, se rueda muy cerca unos de otros. Nadie quiere ir por el lado malo de la pista. Enseguida veo la primera caída del día. No le ha pasado nada, continuamos. Poco a poco vamos subiendo al Ioar y la gente me sigue adelantando, yo voy a un ritmo que me resulta muy cómodo; ni siquiera jadeo. Sé que esta subida es muy dura y que todas las fuerzas que malgaste en la subida difícilmente las podré recuperar. Para que os hagáis una idea, el 25% del desnivel total de la ruta se realiza en unos 10 km.

A las ocho de la mañana llegamos a la cima. Empieza la bajada, una sonrisa cruza mi rostro. Me encanta bajar, me gusta oír el ruido de la suspensión al comprimirse, me gusta perder el control un instante para luego recuperarlo, me gusta que se dispare la adrenalina de mi cuerpo. Atrás queda la pista y me adentro en un bosque muy cerrado, la claridad es insuficiente. Bajamos por una senda de tierra muy marcada por el paso de los ciclistas anteriores. En cuanto afloran un par de piedras en la superficie veo otra caída, se le ha clavado la rueda delantera y ha dado la vuelta de campana. El golpe ha sido muy aparatoso pero se encuentra bien. En un instante el denso bosque llega a su fin y nos regala un paisaje impresionante. Me gustaría disponer de mas tiempo para disfrutar del paisaje pero no es posible. La senda se llena de un montón de piedras sueltas y la bici empieza a culear. Me encanta, nunca me había enfrentado a un terreno de estás características. Hay ocasiones en que la bici tiene que ir donde quiera y ésta es una de ellas. No trates de dirigirla porque no lo conseguirás y seguramente termines en el suelo. Recorro un par de kilómetros por la cresta de la montaña, las vistas son impresionantes. De nuevo nos adentramos en un bosque, no es tan cerrado como el anterior. Un fotógrafo dice, un poco más delante tenéis una bajada un poco técnica. Madre mía!!! Un poco técnica dice!!! Igual con menos gente y conociéndola consigues bajar montado. No es plan de arriesgar, pie a tierra y pasito a pasito bajo. Rápidamente me vuelvo a subir en la bici. Veo un cartel que indica: senda de la dormida. No sé si estaría dormida pero seguro que entre todos los bikers con el ruido de nuestros frenos de disco conseguimos despertarla. Comienza a oler a ferodo (material con el que están hechas las pastillas de freno), el chico que va detrás está jurando en hebreo. Quiere ir más rápido, disfrutar de la bajada a la velocidad que le pida el cuerpo; pero es imposible. La senda es muy estrecha y delante hay varias personas, toca resignarse campeón. Llegamos a Campezo de nuevo, son las 8:50. No me lo puedo creer, he tardado casi lo mismo en subir que en bajar. Eso sí, la bajada ha sido una gozada.

Se forma un pequeño pelotón y vamos charlando animadamente. Cogemos a una pareja de amigos y nos animan a atacar. No hay prisa, todavía nos quedan 100 km. Uno de los nuevos integrantes del pelotón le comenta a su amigo: "mira éste tiene más pelos en las piernas que tú". Empezamos a bromear sobre el tema, que si a uno le obliga la mujer, que si a otro le parece indispensable, que si es lo mejor frente a una caída, que para los masajes es lo mejor, etc. La verdad es que la gran mayoría de los ciclistas se depila, pero para mi no es algo indispensable. Entre pitos y flautas nos pasamos un cruce, menos mal que iba alguien atento a las marcas. Según me comentaron más tarde, a la organización no le dejaron marcar el recorrido con cintas más grandes ya que el circuito atraviesa el parque de Izki. A lo largo del día hubo más despistes y momentos en los que dudamos de si estábamos en el camino correcto, pero con la ayuda del gps rápidamente los solucionamos. No sé que hubiera sido de nosotros sin este aparato.

Km 30, llegamos al primer avituallamiento. Muchos participantes pasan de largo y los que paran lo hacen con prisa. Roberto y yo no tenemos ninguna prisa, hemos acordado parar en todos los avituallamientos aunque no nos hiciera falta. Cojo una coca-cola un par de plátanos y un pastelito de chocolate. Me siento a comer a la sombra mientras veo el ajetreo de la carrera. A mi lado un chico se afana junto con un mecánico de la organización en arreglar un pinchazo. En todos los avituallamientos había un mecánico, me parece un servicio que no tiene precio. Termino de comer, me quito los mangüelos y me dispongo a continuar la ruta.

No sé de que manera miré el día anterior el perfil, pero estaba convencido que el segundo avituallamiento estaba en el kilómetro 50. Con esta idea íbamos avanzando poco a poco. Cruzamos la carretera por encima de un puente de madera y pasamos junto a un parque con un tren de color amarillo. Es una estampa realmente bonita.

Nos cruzamos con un biker parado en mitad de la senda. Está parado en el peor sitio posible. No tiene intención de moverse, está muy entretenido intentado sacar la cadena entre el hueco de los radios y los piñones.

A unos 20 metros veo una señal de fondo azul con la letra P en blanco que pone, "Aparcamiento para cazadores". Espero que sólo aparquen los cazadores y que cualquier otra persona que vaya a disfrutar del monte de una manera un poco más civilizada sea multada por ello. Durante la temporada de caza más vale no cruzarse con alguna batida. Al parecer en esa época ellos son los dueños y señores del monte y nadie más puede pisar el monte. Todavía recuerdo el día que vi a un grupo de cazadores ataviados con gorros a lo Robin Hood con su pluma y todo. Es que lo pienso y me entra la risa.

En este momento la ruta transcurre por sendas más o menos rápidas, por lo que llevo la cadena en el piñón del medio y voy jugando con los platos. Procuro no hacer cambios de ritmo bruscos. Trato de adelantarme a la orografía y llevar siempre una marcha que me resulte cómoda. Cualquier otro día no haría esto, pero hoy me he tomado una pastilla de "reservón" y voy guardando las fuerzas.

Justo antes de llegar a Durruma me como una barrita energética, no tengo hambre pero hay que comer y beber continuamente. Al pasar por el pueblo nos reciben un par de chiquillos que están animando a todos los ciclistas, casi casi nos obligan a chocar los cinco. Es de agradecer ver como la gente te anima y se vuelca en la prueba. Un par de kilómetros mas delante Roberto dice que tiene calor y que se va a quitar la camiseta interior en el avituallamiento, le digo que paremos y que lo haga ahora que no sabemos lo que nos queda para llegar. Mientras se quita la ropa aprovecho a tomarme un gel. Hace rato que pasamos el kilómetro 50 y el avituallamiento no llega. En el siguiente avituallamiento nos esperan unos bocadillos y ambos tenemos ganas de comer algo que no sea dulce y como no, de parar de pedalear por un rato. Poco a poco vamos juntándonos con otros corredores hasta llegar a la decena más o menos. En este grupo permanecemos hasta que por fin llegamos a Urturi, lugar que ha elegido la organización para colocar el segundo avituallamiento.

Kilometro 60, aparcamos la bici de cualquier manera y nos lanzamos a por los ansiados bocadillos. Ouch!!! son pinchos de pan con tortilla. Bueno no pasa nada, me como unos cuantos y arreglado. Cojo una coca-cola y sin alejarme de la mesa empiezo a comer pinchos. En esto que llegan un par de chicas, a partir de ahora serán "las chicas del Red Bull". Durante el resto de la ruta oiré mas de un comentario referente a estas preciosidades. Acabamos de comer y nos dirigimos a rellenar la mochilas con agua. Veo como un ciclista se cae al pilón. Pero qué coño has hecho para meter la mitad del cuerpo dentro del pilón. No me lo explico. Me acerco a la fuente y lleno la mochila con un litro y medio de agua más sus correspondientes polvos isotónicos. Qué sería de mi sin éste gran invento, el día que salgo sin ellos acabo la jornada completamente desfondado. Me tomo otro gel y lo paso con un buen trago de la fuente. Saco la cámara y le pido a una de las chicas Red Bull que nos saque una foto.

Mientras nos saca la foto otro ciclista comenta que se quiere sacar una foto con ellas. Ni se molesta en contestarle. La doy las gracias y me dirijo a por la bici. Antes de comenzar a pedalear echamos un poco de aceite a nuestras ruidosas cadenillas.

Poco a poco vamos cogiendo el ritmo de nuevo. Aunque el estomago me pesa, para nada me arrepiento de haber comido tres pinchos de tortilla. Nos juntamos con un chico que nos cuenta que estuvo en el soplado y que acabo tan jodido que era incapaz de girar la llave para arrancar el coche. Me hago una pregunta, cuanta gente habrá corrido el soplado y se ha apuntado a la Eusko Bike Challengue. Si tuviera que apostar, apostaría por el 30% de los participantes. Si es que somos unos masocas. Hasta ahora el circuito ha transcurrido a la sombra de los bosques y casi no hemos notado como la temperatura ha ido aumentando. Desde ahora y hasta el final del recorrido iremos la mayoría del tiempo con el sol sobre nuestras cabezas. Me da por mirar el termómetro y veo que marca 33 grados. No sé si es por la temperatura o por la comida pero me empieza a doler el estomago. El dolor se asemeja al flato pero no es eso. Espero que no sea el apéndice, sería un momento de lo más inoportuno. Aunque cuando lo sería. Llegamos al final de una subida y las vistas son impresionantes, paro a hacer unas fotos y ver si se me pasa el dolor. Se lo comento a Roberto, y noto su preocupación. Me saca una foto y me dice, sales muy mal; se te nota cara de jodido. Me río por no llorar y le digo que saque otra foto. Que no un chico tan guapo no puede salir mal en una foto (jejeje). Guardo la cámara y arrancamos de nuevo. El dolor ha cesado y encima llega una bajada. Es increíble la frondosidad de estos bosques, es que entras y parece que sea casi de noche. Me sobran las gafas de sol pero a ver quien es el guapo que para a quitárselas. Entre la oscuridad y gran cantidad de hojas que cubren el suelo nos llevamos algún que otro susto. Al terminar la bajada nos juntamos con un par de chicos que no saben si van en la dirección correcta, miro el gps y les digo que sí que nos sigan. Acabamos de pasar por Apellániz. El calor es sofocante, a la entrada de Maeztu vemos a dos corredores disfrutando de una cerveza en un bar. Les tiene que estar sabiendo a gloria. Según ellos ya han acabado la ruta. Quién pudiera disfrutar de una cervecita bien fresca. Una idea recorre la cabeza del grupo, encontrar una fuente y refrescarnos. Dicho y hecho a los 2 minutos encontramos una fuente enorme. Mientras unos rellenan los botellines con agua otros ponen la cabeza debajo de un frío chorro de agua. Una vez que nos hemos refrescado volvemos a subirnos a la bici y continuamos el camino. Cogemos la vía verde que nos lleva directos hacia la boca de un túnel. En mi interior espero que no sea un túnel muy largo. Ya que suele hacer bastante frío y pedalear bajo una oscuridad total en contadas ocasiones me marea. Para mi sorpresa, en cuanto nos adentramos unos metros el túnel se ilumina completamente. Al final del mismo hay un par de chicos haciendo fotos y nos dicen que en un par de minutos llegamos al tercer avituallamiento.

Kilómetro 86, llegamos a Cicujano. Como un poco de naranja, una barrita energética y un gel. Roberto pide que le rellenen el camelbak con la bebida energética que están repartiendo. Luego comento que sabia a rayos. Pero bueno es lo que hay. Llega un chico y le pregunta al mecánico si le queda un poco de aceite, le contesta que no; que se le acaba de acabar. No me entra en la cabeza que la gente pretenda hacer 120 kilómetros sin llevar nada encima. Hablando con un chico de la organización nos informa que nos quedan unos 1300 metros de desnivel y mientras nos explica a groso modo lo que nos queda de ruta, llega uno y le pregunta que si las bajadas que quedan son muy duras. Todos nos echamos a reír. Le digo a Roberto que le espero a la salida del pueblo que me hago pis. Cuando llega reanudamos la marcha. Otra vez veo que un par de personas se han despistado y han tomado la dirección equivocada. Un par de bocinazos resuelven la situación. En esto que aparece el primer charco del día, Roberto no se lo piensa dos veces y se lanza hacia el mismo a toda velocidad. Es un señor charco, tendrá unos 3 o 4 metros de largo por 2 de ancho. A el le da igual lo grande que sea, lo único que pretende es refrescarse. El chico que va delante se sobresalta al oír el ruido que produce la bici al pasar por el charco. Que bien me he quedado!!! comenta Roberto. Seguro que ahora estas fresquito pero te has puesto hecho un cristo. Llegamos a una subida que en otra ocasión no me parecería nada difícil pero el cansancio, el calor y sobre todo el firme tan irregular por el que rodamos hace que tenga que poner toda mi atención en el mismo. No corre ni una gota de aire, rezo por que sople el viento aunque sea de cara o por adentrarnos de nuevo en una zona boscosa. Ni una cosa ni la otra.

En este momento me da por pensar que debiera haber cogido agua en el último avituallamiento, espero que aguante hasta que encuentre una fuente. Después de unos tres litros de bebida isotónica empiezo a aborrecer el dulzor de la misma. Me apetece agua sola y cuanto más fresca mejor que mejor. Por fin llegamos al final de la subida. Una bajada bastante rápida nos conduce hasta Sabando, lucky boy; a la entrada del pueblo hay una fuente. Paro y relleno la mochila con otro litro y medio de agua. El pueblo está lleno de motos de trial, al parecer hay una concentración o un campeonato. Abandonamos el pueblo y me encuentro con el paso canadiense más raro de la historia. Es una estructura metálica con forma triangular a la cual según vamos ejerciendo presión se va aplanado y nos permite el paso. Cinco kilómetros y unos 400 metros de desnivel positivo nos separan del cuarto y último avituallamiento del día. Sin lugar a dudas son los kilómetros mas duros hasta el momento, la cuesta parece que nunca acaba. Cada vez que pensamos que hemos acabado de subir el camino da un giro inesperado y nos dirige hacia otra subida. Sinceramente esto de no conocer el camino es una putada muy grande. Suena el teléfono de Roberto, es Verónica. Mientras Roberto habla por teléfono yo aprovecho y me tomo otro gel. Pregunta qué donde estamos. A punto de llegar al cuarto avituallamiento, espéranos allí repite Roberto por tercera vez consecutiva, no hay mucha cobertura.

Kilómetro 96, llevamos 7 horas y cuarenta y cinco minutos sobre la bicicleta. Aimaaaaa exclama Verónica nada más vernos. ¿Dónde os habéis metido? Llegáis los más sucios con diferencia. Roberto y yo nos echamos a reír. Hacia mucho calor y ... responde Roberto . ¿Y tú, que haces repartiendo comida? Pues nada, que me han indicado el camino para llegar hasta aquí y les estoy ayudando, responde Verónica. Como una barrita y un par de gajos de naranja. Me pongo a hablar con la chica de la organización y la pregunto que como así la ruta acaba en Campezo en vez de en el Ioar, que me va a saber a poco. Me dice que hable con un chico que se acerca, que es el que ha organizado el recorrido. Se lo repito y se le ponen los ojos como platos, ni siquiera me responde. Me pregunta que de dónde soy, de Burgos respondo; pues ya sabes, según llegues a meta pones rumbo a Burgos. Jajajaja!!! Pasamos un buen rato hablando en grupo. Al final nos comenta que nos queda una hora y media de camino mas o menos y que cuando lleguemos al collado, habremos acabado de subir por hoy. Volvemos a subirnos a las bicis y poco a poco vamos cogiendo altura. Si hay algo que nunca deja de sorprenderme es la facilidad con la que las ruedas de la bici levantan casi cualquier objeto del suelo. He visto infinidad de piedras y de palos salir disparados de la ruedas traseras de mis compañeros. Voy subiendo detrás de Roberto y no sé ni cómo ni porqué, un palo sale despedido de mi rueda delantera y me golpea el vientre. Mientras me cago en lo más barrido y me quejo de dolor, Roberto no deja de descojonarse. Poco al poco el dolor se desvanece y otra vez nos encontramos ante un bonito paisaje. Suponemos que éste es el collado y que por hoy hemos acabado de subir, pero algo no me cuadra. Entre nosotros y la línea de meta se encuentra una pequeña montaña. Doy un trago de agua y noto como se acaba. Otra bajada rápida y llegamos a Arana, pregunto por una fuente y hecho otro litro de agua a la mochila. Le digo a Roberto que coja agua, dice que no; que tiene suficiente. Pues nada, arrancamos y poco la poco el camino se dirige hacia la montaña que habíamos visto hace un rato. En el pueblo de Alda un grupo de chicos nos animan desde la terraza del bar con unas cervezas. Que envidia!!! Quién pudiera tomarse una cerveza bien fresca!!! Jorge, céntrate que ya queda poco; luego te tomas una cervecita.

En esto que aparece a toda ostia un chico con maillot verde y una bici de 29 pulgadas. Nos pregunta que si queda mucho. ¿Qué si queda mucho? Pero sera cabrón, lleva tanto la ropa como la bici impoluta. Y lo más importante, esta demasiado fuerte. Se piensa que la policía es tonta y no nos damos cuenta de su jugada. No sé de dónde habrá salido pero no le hemos en todo el día. Y mira que llevamos todo el día viendo a la misma gente, ya sea en los avituallamientos o en los caminos. Cada uno sabrá lo que hace, pero al único que va a engañar es a si mismo. Estamos ante la que va a ser la ÚLTIMA subida del día. Es una pista bastante pronunciada, pero al estar asfaltada nos permite ponernos de pie y hacer la subida un poco más llevadera. El calor nos está matando poco a poco, me miro los brazos y parece que acabo de salir de darme un baño, el sudor recorre mi cara y noto como las gotas caen por mi nariz. A Roberto se le ha acabado el agua, le digo que pare en la próxima sombra y que beba de la mía.

Por fin hemos llegado al final de la subida, ahora toca bajar por una senda. Todavía tenemos fuerzas suficientes como para disfrutar con la bajada. La senda es una gozada, está limpia y no hay nadie que nos obligue a ir más despacio. Me acuerdo de Oscar y pienso que seguramente también le encantaría esta senda. Un pequeño despiste y el cuerno derecho se queda trabado en un rama. Hecho todo el cuerpo hacia el lado izquierdo y apoyo el pie del mismo lado para tratar de contrarrestar. Céntrate!!! Céntrate!!! ya casi hemos acabado. Sigo bajando rápido, voy a unos 40 kilómetro por hora; mierda!!! Unas enormes roderas aparecen de repente, no metas la rueda al hoyo, no metas la rueda al hoyo, noooo!!! Hoyo en uno y ostia que me doy. Por suerte caigo sobre un campo de cereales. No me ha pasada nada y la bici parece que ha corrido el mismo destino. Al fondo veo como Roberto se descojona. Continuamos bajando, cada vez queda menos. Pasamos cerca de Orbiso, es el pueblo en el que hemos hecho noche. Se acerca otro participante y Roberto dice, que no nos puede adelantar. Empezamos a darnos relevos. Pero nada no conseguimos dejarlo atrás. Cuando no quedan mas que un par de kilómetros noto un pinchazo en la pierna izquierda, nooooo!!!! No me jodas ahora noooo!!!! aguanta un poco más. La pierna responde y cruzamos la línea de meta dados de la mano en 9 horas y 13 minutos.

Dejo la bici en el suelo, me arrodillo y grito de felicidad. He conseguido acabar el reto!!! Verónica nos espera con una sonrisa y una cámara de fotos. Hablamos un rato con el chico que está en linea de meta, nos comenta que llegamos bastante enteros que ha entrado gente muy jodida. Mientras Verónica y yo nos quedamos limpiando la bici Roberto va a por algo de comer al avituallamiento. Al poco aparece con una cerveza, casi casi me la bebo de un trago. ¿Pero no ibas a por comida? Al final consigo hacerle entrar en razón y vamos a por un plato de pasta. Cojo un plato de pasta, otra cerveza y me siento a la sombra a disfrutar de la comida. En cuanto acabo mi plato de pasta me vuelvo a levantar y cojo otro par de platos. No sé si será por el hambre o que, pero la comida me esta sabiendo a gloria.

Sólo me queda dar las gracias a la organización, a los voluntarios y a toda la gente que nos encontramos por el camino. Entre todos habéis conseguido hacer de este día, uno de los mejores días de mi vida.

FIN 

2 comentarios:

  1. La senda es una gozada, está limpia y no hay nadie que nos obligue a ir más despacio. Me acuerdo de Oscar y pienso que seguramente también le encantaría esta senda.

    ¡¡Como me conoces y como sabes lo que me gusta Chuspy mariconssson...!!
    Buen relato Chus. Nos estás empezando a aconstumbrar mal, en un futuro te exigiremos más, más, muchos más... más y más relatos de este pelo, es muy entretenido y divertido leer tus vivencias. Por cierto Chus, ¿que coños es un pilón...? jijiji....
    UN SALUDO
    OSCAR

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  2. Un pilón es la fuente de la vida, es el primer y el último lugar al que deseas dirigirte cada día.

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