Jose de los ESPONJAS nos envia un e-mail narrándonos un reencuentro betetero un tanto curioso….
Gracias Jose por el detalle; en lo cotidiano está muchas veces lo auténtico.
Ayer por la tarde nos juntamos a dar una vuelta Víctor, su hermano Marcos, Roberto, de casualidad y yo.
Ya que estaba Marcos recién llegado de León y con quien hacía mucho tiempo que no rodábamos, aprovechamos para enseñarle unos cuantos senderos algunos nuevos y otros que aunque ya conocía pudo comprobar algunas pequeñas variantes que hemos introducido en ellos.
Al iniciar uno de los senderos Marcos soltó su primer piropo “ hay que ver como os habéis asilvestrado”, quizás no puso la entonación que suele ponerse cuando se suelta un piropo pero estaba claro lo que quería decir.
Al terminar una buena tanda de senderos nos metimos en la pista que conduce al Monasterio de San Pedro Cardeña donde, al poco, Marcos exclamó “joder no os entiendo, vais a toda ostia por los senderos y ahora resulta que vais parados” Víctor y yo nos intercambiamos una mirada, en silencio, y creo que ambos pensamos lo mismo –hacía mucho tiempo que Marcos no venía con nosotros-, de manera que le explicamos que las pistas están para reponer fuerzas e ir charlando tranquilamente, además, hablamos también de la peligrosidad de las mismas y Víctor recordó, muy oportunamente, el guantazo que se metió el rubio en uno de los tramos de pistas de la ruta de Navacerrada (hubo dos tramos) y yo por mi parte recordé la caída del sábado pasado de Mili en una pista llegando a Lerma.
Al cabo de un rato le dije a Marcos que se estaba “amantequilleando” a lo que respondió que no era eso, que lo que pasaba es que nos habíamos embrutecido mucho…. Otro piropazo.
Llegamos al sendero de los andasusos donde, para quien no haya ido hace tiempo, diré que han hecho una tala y limpieza importante cuya parte buena es que el sendero tiene bastante más visibilidad y las probabilidades de chocarse contra un árbol han descendido mucho sin que por ello se hayan anulado del todo, como prueba el intercambio que tuve con un árbol hace unas semanas, eso sí, intercambio educado, yo le dejé un roce en la corteza y él me dejó un roce en mi oreja derecha. La parte mala es que el entorno ha perdido un poco del encanto selvático que tenía.
Llegadas las 22.40 h. regresamos al punto de comienzo y nos despedimos con prisas dado la hora.
Por mi parte al llegar a casa dije a mi mujer que había salido con Víctor que como no tiene prisa nunca en terminar y, claro, no le podía dejar solo, pues fíjate que horas se me hacen. En fin, lo que la digo siempre.
Y así termina una salida de un día de diario con Víctor, tarde y muy cansado porque el fenómeno este, encima con la puesta a punto que le han hecho en el motor, pues va como un tiro y yo pues con la lengua fuera…. No, si a veces, voy mejor sólo.
Ayer, no obstante, se convirtió en un día más especial al estar Marcos otra vez en casa. BIENVENIDO
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